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Santo Domingo, Distrito Nacional, Dominican Republic

martes, 1 de junio de 2010

Historias que Enseñan


El hijo de un rey medieval se acercó a su padre y le dijo: “Padre, ya estoy listo para gobernar, quiero que me des un condado de tu reino para empezar”. El rey, que era un hombre muy sabio, le respondió: “Hijo mío, te doy el condado pero con una condición: ve al bosque y cuéntame qué has logrado escuchar”. El príncipe se fue muy tranquilo, confiado de que la tarea de su padre era muy simple. Media hora después, regresó con una actitud soberbia y le dijo al rey: “He escuchado el sonido de los grillos y de los pájaros”. Terminado su discurso, el joven esperaba una felicitación. Sin embargo, su padre frunciendo el ceño, le respondió en tono enérgico: “!Regresa al bosque y solo cuando haya podido escuchar regresas!”.

El príncipe, agachando la cabeza, se dirigió nuevamente al bosque. Pasaron meses, años, y un día le anunciaron al rey que su hijo estaba en la puerta. Lo hicieron pasar, se arrodilló ante su padre y se dirigió a él con mucha humildad: “Padre creo que he escuchado el sonido de la tierra cuando es calentada por el sol en las mañanas, como el césped bebe el rocío en el amanecer y el sonido de los pétalos de las rosas cuando se abren”. En ese momento, el rey abrazó a su hijo y, con lágrimas en los ojos, le dijo: “Hijo mío, ahora sí has escuchado, has escuchado lo que no se comunica con sonidos, colores o grafismos. Ésa es la primera cualidad que un líder debe tener para gobernar: debe poder escuchar las emociones de su pueblo que no terminan en palabras. Debe tener la capacidad de silenciarse a si mismo, de aislarse de su propio discurso interior, de estar en paz y en total conciencia de si mismo para poder así escuchar a los demás.





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