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Santo Domingo, Distrito Nacional, Dominican Republic

domingo, 13 de junio de 2010

Otra de las historias que enseñan



Un gobernante atravesaba por serios problemas. Sus subordinados estaban muy descontentos. El sabía que no estaban satisfechos, pero no entendía el porqué. En las montañas cercanas a su pueblo vivía un gran sabio en una cueva, así que decidió ir a pedirle ayuda. Cuando llegó, le contó sus problemas y el sabio le indicó inmediatamente que lo acompañara.

Primero lo llevo a un río y le dijo:”¿Ves hijo mío cómo debes gobernar?”. Pero el gobernante le respondió que no entendía a qué se refería.

Luego el sabio empezó a juntar troncos para armar fuego. Prendió un fuego inmenso y se sentó a meditar. Luego de unas horas, cuando ya solo quedaban algunas brasas, le preguntó: “¿Ves hijo mío cómo no debes gobernar?”.

Perdiendo la paciencia, el gobernante le solicitó que le explicara con palabras qué le quería decir.

El sabio habló con mucha dulzura, como si le hablara a un pequeño joven: “Hijo mío, tú has visto el fuego, qué poder tenía y el calor tan fuerte que desplegaba. Escuchaste los fuertes ruidos que hacía, pero en pocas horas consumió todo lo que había a su alrededor e inclusive se consumió a si mismo. ¿Te diste cuenta de que el fuego nos amenazaba con sus llamas y quería que lo miráramos con adulación? No debes gobernar como el fuego”.

En cambio, también observaste al río, cómo caminaba silencioso por un largo recorrido, cómo era humilde, cómo surcaba todos los obstáculos que tenía al frente y avanzaba firme hacia su visión de fundirse con el mar.

Pero lo más importante, cómo daba vida y bienestar a miles de personas que tocaba con su bendición en su camino. Hijo mío, debes dejar de gobernar como el fuego y pasar a gobernar como el río: sirviendo y entregando con mucha humildad.

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