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Santo Domingo, Distrito Nacional, Dominican Republic

lunes, 3 de agosto de 2009

La elevación de dar





Norman Mac Ewan dice: Vivimos una vida con lo que recibimos, pero hacemos la vida con lo que damos”.

La generosidad debe y tiene que ser un hábito en nuestras vidas, casi todo lo que somos y sabemos, nos fue dado, entregado desde el inicio de nuestras vidas y, aunque no firmamos ningún papel, ningún contrato por recibirlo, es nuestro deber devolverlo, por consiguiente, la generosidad debe ser parte importante de nuestro accionar y proceder en la vida si queremos coexistir en un mundo mas justo y mas humano.

No debemos centrarnos en nosotros mismos, no debemos vivir pensando solo en lo que podemos conseguir o comprar sin pensar en los demás. De que nos vale una vida en abundancia en un mundo lleno de necesidades, no es que debamos renunciar a las ventajas, a las comodidades que se puedan lograr con el trabajo, con el conocimiento y la preparación, sino, que debemos compartir voluntariamente con aquellos que la suerte y las oportunidades no les han correspondido.

En uno de sus artículos, David Fischman nos dice:

En un estudio hecho con unos 3,000 voluntarios de 20 organizaciones, el Dr. Allan Lucks descubrió “la elevación de dar”, un fenómeno fisiológico que se origina en nuestro cuerpo cuando damos y servimos desinteresadamente. Encontró que la sensación de calma y bienestar que se siente después de ayudar contrarrestan el estrés y la tensión. Además, servir desinteresadamente ayuda a que las personas estén más sanas tanto física como mentalmente. Otro estudio realizado en Tecumseh, en Michigan, con 2,700 personas, encontró que aquellos que hacían un trabajo voluntario de forma constante tuvieron tasas de mortalidad de 2,5 veces menor que aquellos que no hacían trabajo voluntario. En otras palabras, la generosidad cura, reduce el estrés, nos da calma y bienestar.

Continúa Fischman:

Cuentan que un agricultor siempre ganaba los primeros premios con su cosecha de maíz. Al inicio de la temporada de siembra, él personalmente compartía con los demás agricultores del valle sus mejores semillas. Un día le preguntaron por qué compartía sus mejores semillas, en vez de guardárselas para él. Entonces respondió: “No solo lo hago por ayudar al próximo, también lo hago por mi mismo. Mi maíz será polinizado por las abejas y el viento de otros campos, si los demás campos tienen maíz inferior al mío, tarde o temprano la calidad de mi maíz también será inferior”.

En la vida nos ocurre lo mismo. Todos estamos interconectados, aunque la sociedad nos intente convencer de lo contrario. Si somos generosos, estaremos polinizando las semillas de la bondad en las personas y, al final, crearemos una sociedad mejor para todos nosotros.

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