Si usted quiere conocer los resultados de las próximas elecciones a celebrarse el 16 de mayo, tan sólo necesita observar el comportamiento de algunos candidatos, sus reacciones, su discurso, su entorno, su desenvolvimiento.
Un candidato perdedor se pasa el tiempo repartiendo improperios, no respeta las buenas costumbre, siempre está desesperado, con un discurso sin propuestas basado en ataques personales. Se rodea de personas que en vez de dar confianza, asustan. Quieren llamar la atención, hacerse la víctima, necesitan de los halagos y si no se los dan, lo gestionan.
Un candidato perdedor se pasa el tiempo repartiendo improperios, no respeta las buenas costumbre, siempre está desesperado, con un discurso sin propuestas basado en ataques personales. Se rodea de personas que en vez de dar confianza, asustan. Quieren llamar la atención, hacerse la víctima, necesitan de los halagos y si no se los dan, lo gestionan.
No le concede nada positivo a su contrincante, hace acusaciones que puedan justificar en el futuro su derrota. Juega sucio, es capaz de hacer cualquier cosa porque está debajo en las encuestas.
En cambio, la campaña de los ganadores es educativa, basada en propuestas viables, realizables, que la gente pueda entender los problemas, se identifique y participe de sus soluciones. Usan los medios para comunicarlas y en base a ellas construir una candidatura que proporcione respuestas a los ciudadanos y que estos, una vez ocupe el cargo, puedan reclamarle.
Reconoce el derecho del candidato contrario para intentar ganar el puesto y no se deja arrastrar por diatribas que solo consiguen desviar el debate que el pueblo espera.
Ha sido un error consuetudinario menospreciar la inteligencia de los pueblos, principalmente de aquellos que son rechazados por las mayorías. La ambición y el ego no les permite entender que, aun se equivoquen algunas veces, los pueblos tienen sus propósitos y conveniencias bien claros, se sintonizan sin mas esfuerzos que el de sus intereses para expresarse con el voto y elegir a quienes lo representen. Esperemos el 16.
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En cambio, la campaña de los ganadores es educativa, basada en propuestas viables, realizables, que la gente pueda entender los problemas, se identifique y participe de sus soluciones. Usan los medios para comunicarlas y en base a ellas construir una candidatura que proporcione respuestas a los ciudadanos y que estos, una vez ocupe el cargo, puedan reclamarle.
Reconoce el derecho del candidato contrario para intentar ganar el puesto y no se deja arrastrar por diatribas que solo consiguen desviar el debate que el pueblo espera.
Ha sido un error consuetudinario menospreciar la inteligencia de los pueblos, principalmente de aquellos que son rechazados por las mayorías. La ambición y el ego no les permite entender que, aun se equivoquen algunas veces, los pueblos tienen sus propósitos y conveniencias bien claros, se sintonizan sin mas esfuerzos que el de sus intereses para expresarse con el voto y elegir a quienes lo representen. Esperemos el 16.
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