Que hermosa lección  acaba Chile de darle al mundo, a Latinoamérica y sobre todo a los dominicanos que no cejamos en buscar triunfos personales, de luchar por lo particular, por ganarle a los demás, por llegar siempre primeros, no entendemos  que si gana la comunidad, si gana el país, también ganamos nosotros.
Que paciencia, cuanta organización, cuando desprendimiento, cuanto amor patrio, cuanto orgullo, cuanta falta de ego, buscaron a quienes tenían que buscar, sin protagonismos personales, solo con la idea de sacar a los mineros, que verdaderamente era lo que importaba y lo lograron. 
Que presidente tan humano, que ministros tan verdaderos, que Chilenos tan ciudadanos, que país con 16 millones de habitantes que aparenta tan grande,  sin hacer tanta bulla. Lo hicieron a 
Que orgullo  que sean latinoamericanos, del continente, que hablen español. 
Ojala que aprendamos,  que contemos a nuestros hijos que esta hermosa hazaña fue realizada por humanos, por personas igual que nosotros, que las diferencias que puedan existir entre Chile y Dominicana no son insalvables, que tenemos las condiciones para llegar y mantenernos, que tan solo debemos cambiar de aptitud, dejar el personalismo.
Que  nuestras carencias, nuestras faltas de oportunidades, el desorden y la corrupción no son los culpables de nuestro mal  comportamiento, de nuestra falta de educación y civismo, no, que le expliquemos que precisamente es todo lo contrario, nuestra falta de educación y civismo, nuestro comportamientos y faltas de  costumbres son los causantes de los males y las carencias que están desintegrando esta sociedad. Son estos achaques ciudadanos  lo que permiten que cualquier pelafustán ascienda, porque cada quien se dedica solamente a buscar lo suyo, y no el bienestar común.  ¡Vivan los chilenos!

 
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