Arribamos a diciembre con un empate técnico entre los principales contendores para las próximas elecciones, de acuerdo a las encuestas creíbles. Quién esté arriba no importa, ninguno tiene más del 50% necesario para ganar en primera vuelta, aunque esto no signifique que habrá segunda vuelta.
A cada candidato se le debe reconocer el esfuerzo realizado hasta ahora: Hipólito Mejía ha logrado compactar al Partido Revolucionario Dominicano, una misión que parecía imposible recién terminada la convención en la que ganó la candidatura, y Danilo Medina ha logrado lo mismo en el Partido de la Liberación Dominicana con la escogencia de su candidata vicepresidencial.
Cada uno de los partidos ha recogido el caudal de votos duros que les ha permitido participar con posibilidades en las últimas contiendas, pero insuficientes para ganar, dejando que --como siempre-- la llamada masa silente incline la balanza a uno de los bandos.
En enero próximo se comenzaran a ver las señales de por donde se irán los que deciden, quién de los candidatos es que les conviene a los sectores que tienen las influencias que les permiten darse el lujo de imponer cada cuatro años a los gobernantes ante la incapacidad de los partidos de generar un proyecto viable en el que todos se sientan representados.
Mientras tanto, quien convenga a esos sectores será el presidente, porque son esos sectores los que tienen algo que perder y no dejaran llegar a alguien que pueda crear desasosiego social y desconfianza en los agentes económicos. Esperemos.
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