Las cosas parecen que se están precipitando en Venezuela con la elección de Nicolás Maduro
como presidente encargado. Los acontecimientos provocados con la enfermedad y
muerte de Hugo Chávez han demostrado debilidades institucionales que al final
podrían traer inconvenientes a la patria de Simón Bolívar.
No hay dudas de que Chávez ganó las elecciones, pero nunca
pudo juramentarse y por lo tanto, tampoco podía tener vicepresidente, consecuentemente
el Mandato de Maduro carece de legitimidad
aunque las Cortes y el Congreso traten
de certificarlo y si internacionalmente se esta dejando pasar es por respeto al fervor y el
dolor de ese pueblo
Pero cuando todo vuelva a la normalidad, porque aunque
embalsamen el cadáver de Chávez no podrán extender indefinidamente el velatorio, esos mismos gobernantes que asistieron a los
funerales cuestionaran esos errores innecesarios cometidos
por los Chávistas.
Hugo Chávez como presidente pudo sortear las vicisitudes por
su carisma y aun así, aunque muchos se nieguen a creerlo, cuando se evalúe su
desempeño como gobernante no quedará
bien parado. Cualquier economía en la que la clase media casi desaparezca es
una economía fracasada. En Venezuela, si
bien muchos que no tenían que comer ni donde vivir lo tienen ahora, no es
porque se ha creado más riqueza sino por los programas sociales, por las ayudas
a sus seguidores, pero esa modalidad de dar a cambio de nada es insostenible en el tiempo.
La historia nos ha demostrado que estos líderes son
insustituibles, que con su muerte termina todo, que precisamente por su liderazgo tan envolvente
sus más cercanos colaboradores carecen casi siempre de las virtudes necesarias
para encarar los desafíos. Esperemos, no
pasará mucho tiempo sin que se empiece a ver que sin Chávez es imposible que
exista el Chávismo.
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