Muchos dominicanos objetan qué Danilo Medina conserve parte del gabinete de Leonel Fernández alegando que entre esos funcionarios hay corruptos. Eso
es muy delicado, si el ejecutivo la
emprende contra ellos alegaran persecución
política, que se quiere destruir e inhabilitar a Leonel Fernández. Además, no se debe olvidar que son del mismo partido.
Es la
sociedad la que se debe empoderar y
pedir cuentas, desde el gobierno de seguro que no pondrán obstáculos. El éxito
de la campaña contra la Barrick Pueblo Viejo demostró que si se actúan con seriedad y justeza, sin cuestiones personales ni políticas, no
importan los amarres o el dinero, un
pueblo armado por el deseo de justicia, apegado a la
verdad, es poderoso.
Danilo Medina dijo hace
dos años:
“Una sociedad que
construya capital social tiene que cumplir con tres condiciones que son: ser
honesto en el ejercicio del poder, que la agenda de su gobierno sea la que
quiere el pueblo y que lo dicho en su discurso se corresponda con sus actos.
“Yo no tengo
aspiraciones más allá del 2012, el que se me ofenda se me ofendió y entonces
trataré de recuperar su amistad cuando ya no sea presidente, pero tiene que
entender que yo no fracasaré en el gobierno. Yo voy hacer lo que le estoy
diciendo al país”. (EL Nuevo Diario 29/6/2011.) Tomémosle la palabra.
Una Historia que enseña:
El rey sabio
Había una vez un rey sabio y
poderoso que gobernaba en la remota ciudad de Wirani. Y era temido por su poder
y amado por su sabiduría. En el corazón de aquella ciudad había un pozo cuya
agua era fresca y cristalina, y de ella bebían todos los habitantes, incluso el
rey y sus cortesanos, porque en Wirani no había otro pozo.
Una noche, mientras todos dormían,
una bruja entro en la ciudad y derramó siete gotas de un extraño líquido en el
pozo, y dijo: -De ahora en adelante, todo el que beba de esta agua se volverá
loco.
A la mañana siguiente, salvo el rey
y su gran chambelán, todos los habitantes bebieron el agua del pozo v
enloquecieron, tal como lo había predicho la bruja. Y durante aquel día, todas
las gentes no hacían sino susurrar el uno al otro en las calles estrechas y en
las plazas públicas:
-El rey está loco. Nuestro rey y su
gran chambelán han perdido la razón. Naturalmente, no podemos ser gobernados
por un rey loco. Es preciso destronarlo. Aquella noche, el rey ordeno que le
llevasen un vaso de oro con agua del pozo. Y cuando se lo trajeron, bebió
copiosamente y dio de beber a su gran chambelán.
Y hubo gran regocijo en aquella
remota ciudad de Wirani porque el rey su gran chambelán habían recobrado la
razón.
Gibran Khalil
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