Decir la verdad
Rabí Elimelej de
Lizensk dijo una vez:
- Estoy seguro de obtener mi parte en el Mundo que Vendrá.
Cuando me encuentre ante el Tribunal Celestial se me preguntará:
"¿Aprendiste
como era tu deber?": A lo que contestaré: "No".
Se me preguntará también: " ¿Oraste como era tu deber
'".
Mi respuesta será
también: "No".
La tercera pregunta
dirá: " ¿Hiciste el bien, como era tu deber?".
Y responderé por tercera vez: "No".
Entonces se fallará a
mi favor por haber dicho la verdad.
El rey sabio
Había una vez un rey
sabio y poderoso que gobernaba en la remota ciudad de
Wirani, era temido por su poder y amado por su sabiduría.
En el corazón de
aquella ciudad había un pozo cuya agua era fresca y cristalina, de
ella bebían todos los habitantes, incluso el rey y sus
cortesanos, porque en Wirani no había otro pozo.
Una noche, mientras
todos dormían, una bruja entro en la ciudad y derramó siete
gotas de un extraño líquido en el pozo, y dijo:
-De ahora en
adelante, todo el que beba de esta agua se volverá loco.
A la mañana
siguiente, salvo el rey y su gran chambelán, todos los habitantes
bebieron el agua del pozo y enloquecieron, tal como lo había
predicho la bruja.
Durante aquel día, todas las gentes no hacían sino susurrar
el uno al otro en las
calles estrechas y en las plazas públicas:
-El rey está loco.
Nuestro rey y su gran chambelán han perdido la razón.
Naturalmente, no podemos ser gobernados por un rey loco. Es
preciso destronarlo.
Aquella noche, el rey ordeno que le llevasen un vaso de oro
con agua del pozo. Y
cuando se lo trajeron, bebió copiosamente y dio de beber a
su gran chambelán.
Y hubo gran regocijo
en aquella remota ciudad de Wirani porque el rey su gran
chambelán habían recobrado la razón.
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