Decía Martin Luther King: “Hemos aprendido a volar como los
pájaros, a nadar como los peces; pero no hemos aprendido el sencillo arte de
vivir como hermanos”. No importa cuan incómodos nos sintamos, respetar a los
demás debe ser el primer paso para exigir respeto.
Las diatribas solo conducen a la división de la familia y
una familia dividida tiene pocas oportunidades de conseguir sus objetivos. Si
los ciudadanos de Santiago Rodríguez nos dedicáramos a buscar las razones por
la que estamos menos desarrollados que otras comunidades que nos circundan, entre
las razones estarían lo difícil que se
nos hace aceptar lo que nos une y lo rápido
que resaltamos nuestros defectos. Les damos más
importancia a nuestras diferencias, vivimos en competencia con nosotros mismos
y eso solo conduce al fracaso.
No hemos sido capaces de hacer un proyecto provincial, somos
de Pueblo Arriba, de Bolsillo o de La
sabana, del Pueblo o del Campo, y hasta los del Campo se dividen en Serranos y
cuantos gentilicios mas. Y que decir si es de Monción o de Villa. En conclusión,
si no nos vemos como un todo, los demás
nunca lo harán.
Me cuentan que un presidente de la nación preguntó, antes de
visitar nuestra provincia, por el nombre de alguien que se pudiese señalar como representante genuino de la comunidad y la provincia que no fuera
político, para saludarle e intercambiar inquietudes, y sus asistentes no pudieron señalar a nadie con esas condiciones, y éste pasó por ciudad si detenerse ante la
inverosímil realidad de no conseguir un
provinciano con el cual pudiese conocer la
realidad de nuestro pueblo.
Dejémonos de protagonismos, el interés común debe ser la
meta, que todos aportemos, sin exclusión, no hay buenos ni malos, solo
provincianos, la mejor forma de eliminar un enemigo es conseguirlo como amigo.
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