Desde la fundación del Partido Revolucionario Dominicano en 1939
comenzaron las desavenencias entre sus miembros, muchas veces azuzadas desde
afuera, pero esencialmente porque sus integrantes ponen sus intereses
personales por encima de los grupales. Todos, sin excepción, son
culpables que siendo casi siempre mayoría
hayan gobernado tan solo doce años de
los últimos 50 que culminaran en el 2016.
El último desprendimiento ha sido el Partido Revolucionario Mayoritatio que todavía ni siquiera ha
consensuado el método que utilizará para elegir su candidato presidencial y ya Luis Abinader, uno de los dos lideres, ha aceptado la candidatura de un partido
diferente. ¿Qué pasaría si ese partido elige, por convención o encuesta, a
Hipólito Mejía? La respuesta es obvia: tendríamos dos candidatos, en menos de
seis meses ya los que dividieron del PRD
están dividiéndose, que lastima.
Y no solo es lastimoso por los que creen en ese partido y han seguido
creyendo en los desprendimientos que ha tenido, que al final siguen siendo
perredeístas en actitud y desempeño, sino por el país que ha esperado por
décadas que los perredeístas, o sus hermanos peleados, asuman el rol para el
que están llamados que es servir de
contrapeso, de equilibrio para que los gobiernos no se sientan tentados a hacer
lo que les venga en gana cuando ellos están, como casi siempre, peleando y en
la oposición.
Pero que va, no se puede esperar mas nada. No entienden, se
han acostumbrado a vivir matándose entre ellos y cada día pierden mas
credibilidad, no importa que las encuestas muestren que un porcentaje
importante de la población no esta con el partido gobernante, lo que importa es
el protagonismos, prefieren ser cabeza de ratón que cola de león, porque al
final lo que predomina es el ego y así no se va a ninguna parte.
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