Los gorilas militares que el domingo 28 de junio del 2009 participaron en el golpe al presidente hondureño Manuel Zelaya, nunca imaginaron lo provechosa que podría ser para el futuro democrático de América su aborrecible y bochornosa intentona contra un gobierno legítimamente elegido.
Esto solo demuestra lo anticuado, lo atrasado, lo ignorante que es este grupo de militares y civiles hondureños que no pudieron vaticinar las consecuencias internacionales que una actitud como esta les acarrearía. No tuvieron ni siquiera un poco de visión para deducir lo difícil que les resultaría salir exitosos de una aventura como esta en un momento de transformaciones como el que esta viviendo Latinoamérica.
Pero este golpe ha dado la oportunidad de medir la sinceridad de la nueva política Norteamericana a los mas escépticos, permitiéndoles observar por primea vez en muchos años la coincidencia de las políticas del coloso del norte con el resto de los países del continente, y así disipar las razonables dudas que podrían existir hasta ahora.
Por fin las palabras y los hechos caminan de la mano. Qué bueno que, tan temprano en su mandato, las circunstancias les permitan al presidente Barack Obama demostrar el nuevo rumbo que ha de tomar la política estadounidense.
No menos importante es observar a la Organización de Estados Americanos OEA, reunirse inmediatamente, condenar el golpe militar y enviar una comisión encabezada por su Secretario General José Miguel Insulza a Honduras para exigir personalmente a los golpistas la vuelta al poder del presidente Manuel Zelaya e informarles que, por decisión del consejo de seguridad, los gobiernos del hemisferio solo reconocen a éste como presidente de Honduras.
Enhorabuena golpistas, que su actitud sirva de mensaje a otros tantos que se niegan a aceptar la nueva era que está viviendo Latinoamérica y que aparentemente, así esperamos, en Estados Unidos de América también.
El talante de esbirros de los golpistas quedo evidenciada en la madrugada del domingo 27 de junio, pero como dice el refrán: no hay nada tan malo que no tenga algo bueno, con su intentona han creado la oportunidad que esperaba toda América para poner en práctica por primera vez en décadas, una política coherente en defensa de los principios y de la democracia.
Desde Alaska hasta Cabo de Hornos en Chile soplan aires prometedores que borraran las huellas de desvergüenza e iniquidad que por tanto años ha sufrido el continente.
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