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Santo Domingo, Distrito Nacional, Dominican Republic

martes, 14 de julio de 2009

El apego al carguito








Para muchas personas resulta incomprensible que en otros países, que en otras culturas, los ministros públicos renuncien a sus puestos cuando son cuestionados para facilitar las investigaciones y como muestra de respeto a la ciudadanía que los eligió, sin embargo en nuestro país, los honorables servidores públicos, los electos y los nombrados, padecen de una enfermedad contagiosa, que es propia de los torpes y de los carentes de grandeza, que les imposibilita actuar con decoro: el apego al carguito.




Los sinónimos y los epítetos que pudieran usarse para definir todas las faltas que se están cometiendo en esta sociedad, no permiten precisar ni mucho menos entender con exactitud las argumentos que esgrimen las personas cuestionadas, y la población soporta silenciosamente con rabia porque hace tiempo que perdió la capacidad de asombro.



Las generaciones que son actores y testigos de esta etapa de la historia dominicana han visto bajar del promontorio, seducidos por el poder, el dinero y la supuesta buena vida, a casi todos sus iconos, a un grupo de hombres que encarnaban las esperanzas de cambio, de honestidad, de decoro, que estaban llamados a ser ejemplos impolutos de toda una sociedad ávida de responsabilidad, de justicia, de respeto y sobre todo, de hombres incapaces de robarse el valor de una antitetánica que pudiera faltar en una clínica rural o en un hospital público para atender a cualquier infeliz, pobre o desamparado.


Los dominicanos tenemos muchos años esperando grandes soluciones, es ahí donde ha estado el problema, dicen que a grandes problemas, grandes soluciones, y eso en la vida diaria no funciona, un camino de mil kilómetros comienza con el primer paso, y cada dominicano debe dar un primer paso para convertirse en defensor de los principios que permitieron a nuestros fundadores llevar a feliz término sus ideales de una República Dominicana libre e independiente





Una conferencia que el Maestro Anthony de Mello iba a pronunciar sobre LA DESTRUCCIÓN DEL MUNDO había sido profusamente anunciada, y fue mucha la gente que acudió a los jardines del monasterio para escucharle. La conferencia concluyó en menos de un minuto. Todo lo que el Maestro dijo fue:




Estas son las cosas que acabarán con la raza humana:



La política sin principios.



El progreso sin compasión.

La riqueza sin esfuerzo.


La erudición sin silencio.


La religión sin riesgo.


El culto sin consciencia".


Que cada dominicano saque sus conclusiones, que ninguno está exento de culpas, pero si cada cual asume la responsabilidad de explicarles a sus hijos, a sus familiares, amigos y relacionados, que el mal momento que estamos pasando se puede enfrentar uniéndose para pedir el acatamiento de las leyes, de la constitución y de las normas de convivencia democrática y que cada uno de los que exige estos principios, predique con el ejemplo lo que está exigiendo, entonces trillaremos el camino que nos llevara a una sociedad másjusta y podremos honrar a todos los que se han sacrificados por esta nación merecedora de mejor suerte.


Para terminar otra cita de Anthony de Mello:


A un discípulo que siempre estaba quejándose de los demás le dijo el Maestro: Si es paz lo que buscas, trata de cambiarte a ti mismo, no a los demás. Es más fácil calzarse unas zapatillas que alfombrar toda la tierra. Anthony de Mello.

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