
La crisis monetaria y económica internacional esta obligando a diseñar nuevos modelos económicos que sustituyan al ya arcaico capitalismo neoliberal, que después de la caída del bloque comunista, fue vigorizado para despojar a los estados de las empresas que operaban y pasársela al sector privado, en un plan de privatización sin cortapisas. Nos presentaron este modelo como una panacea, sin embargo, han bastado tan solo veinte años de dominio absoluto del capitalismo neo liberal para que sucumbieran Wall Street y otros mercados bursátiles del mundo, socavados por banqueros, empresarios, funcionarios gubernamentales y corredores de las bolsas que se alzaron con el santo y la limosna. Me refiero a las relaciones malsanas -- diría, incluso, incestuosas -- entre ciertas empresas, bancos y gobiernos.
Todas estas crisis han traídos resultados beneficiosos para los países latino americanos, una nueva generación de gobernantes comprometidos con canalizar políticas dirigidas a mejorar y proteger a sus ciudadanos y a cooperar con los pueblos del continente. Gracias estas situaciones difíiciles, Latinoamérica cuenta con presidentes identificados con la modernidad a la medida de las posibilidades de cada uno de estos países y no importando modelos económicos diseñados para beneficiar los grandes capitales, las grandes potencias y a grupos empresariales.
En lo que corresponde a República Dominicana en particular, ha atravesado aguas turbulentas varias veces desde los inicios de los años ochenta. Cuando la nación ha estado guiada por capitanes que manejan la nave con responsabilidad y conocimiento, ha logrado sortear las situaciones que se han presentados con cierta tranquilidad y con perdidas menores, gracias a las habilidades de esos capitanes y guías que manejan el barco de la nación pensando tan solo en el bienestar común.
Las veces que han enfrentados los mares turbulentos capitaneada por manos inexpertas y arrogantes, con tripulaciones sedientas, han arrastrados a los dominicanos hasta profundidades que han puesto en peligro los orígenes de la nación, con decisiones que han violentados todas las reglas y leyes, teniendo la nación que recurrir nuevamente a manos expertas y tripulaciones sensatas.
Todas estas crisis han traídos resultados beneficiosos para los países latino americanos, una nueva generación de gobernantes comprometidos con canalizar políticas dirigidas a mejorar y proteger a sus ciudadanos y a cooperar con los pueblos del continente. Gracias estas situaciones difíiciles, Latinoamérica cuenta con presidentes identificados con la modernidad a la medida de las posibilidades de cada uno de estos países y no importando modelos económicos diseñados para beneficiar los grandes capitales, las grandes potencias y a grupos empresariales.
En lo que corresponde a República Dominicana en particular, ha atravesado aguas turbulentas varias veces desde los inicios de los años ochenta. Cuando la nación ha estado guiada por capitanes que manejan la nave con responsabilidad y conocimiento, ha logrado sortear las situaciones que se han presentados con cierta tranquilidad y con perdidas menores, gracias a las habilidades de esos capitanes y guías que manejan el barco de la nación pensando tan solo en el bienestar común.
Las veces que han enfrentados los mares turbulentos capitaneada por manos inexpertas y arrogantes, con tripulaciones sedientas, han arrastrados a los dominicanos hasta profundidades que han puesto en peligro los orígenes de la nación, con decisiones que han violentados todas las reglas y leyes, teniendo la nación que recurrir nuevamente a manos expertas y tripulaciones sensatas.
Como dice un refrán chino: “Una calamidad trae una oportunidad”. La última calamidad nos trajo la oportunidad de un liderazgo sensato, afortunadamente, que le ha tocado enfrentar la crisis que estamos pasando, una de las peores en los últimos tiempos, y tal vez el aletazo final de este modelo económico, y el comienzo de una nueva era, con nuevos partidos, nuevo liderazgo y una nueva forma de hacer y practicar la política. Las reservas morales de la nación, están intactas dentro y fuera de los partidos, esperando la señal que los unirá para lograr un desarrollo sostenible.
Pero se requiere de nuevos y responsables ciudadanos, que exijan y cumplan, que critiquen y aporten, que disfruten y trabajen, que sean buenos padres para que puedan tener buenos hijos, y que hagan conciencia del papel que le corresponde para que este país bendecido y hermoso se encamine de manos de sus habitantes, sin importar la nacionalidad, hacia la prosperidad en paz y la felicidad duradera para todos, disfrutando de todas las maravillas que ofrece esta media isla. .
Pero se requiere de nuevos y responsables ciudadanos, que exijan y cumplan, que critiquen y aporten, que disfruten y trabajen, que sean buenos padres para que puedan tener buenos hijos, y que hagan conciencia del papel que le corresponde para que este país bendecido y hermoso se encamine de manos de sus habitantes, sin importar la nacionalidad, hacia la prosperidad en paz y la felicidad duradera para todos, disfrutando de todas las maravillas que ofrece esta media isla. .

 
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