Hay un solo niño bello en el mundo y cada madre lo tiene. José MartíA una madre se la quiere / siempre con igual cariño / y a cualquier edad se es niño / cuando una madre se muere. José María Pemán
Hace unas semanas conversaba amenamente con un amigo y de repente se puso de pies y dijo: “me tengo que ir, voy arreglar y acostar a mamá, (su madre octogenaria), tu sabes que soy yo quien la baña y la cuida y, aunque tengo deseos de seguir hablando contigo, debo irme porque se me esta haciendo tarde para acostar a la vieja”.
Esas expresiones me llegaron, lamento no tener mi madre y poder demostrarle mi amor de la manera que lo hacía éste amigo, sentí envidia por tanta honestidad de sentimiento, cuanto desprendimiento, éste hombre de unos cincuenta años me había dado una lección.
No era una expresión del que se sacrifica por su madre, del que tiene la obligación o la necesidad de "echarse" ese problema encima, no, era el orgullo de poder servirle al ser querido, la satisfacción y el agradecimiento a la vida por permitirle demostrarle vivamente el amor a su mamá reflejado en una sonrisa, la alegría con la que éste amigo me dijo el compromiso que significaba el atender a la vieja, como disfrutaba poder tener esa responsabilidad.
La madre murió, ya pasaron los nueve días y me trasladé donde este amigo, no para darle el pésame, sino para felicitarlo por el ejemplo que nos ha dado, para decirle que en un momento en el que todos, según la tradición occidental, tendríamos que estar tristes, él debería estar feliz, porque de seguro su madre, donde quiera que se encuentre, estará agradecida, orgullosa y satisfecha.
Ojala que aprendamos de esta lección de desprendimiento y de valor, muchas veces nos guardamos los sentimientos para mas luego y se nos acaba el tiempo, no podemos desprendernos de ellos. Desnudemos el corazón y mostremos el amor, no existe nada que pueda suplantar estos sentimientos, quienes tienen la virtud de entregarse y disfrutar llevando la felicidad a otro ser, son los que están “condenados” por la vida a ser felices.
Orar es hablar con Dios,
Meditar es escuchar a Dios,
Servir es ver a Dios en la otra persona.
David Fischam

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