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Santo Domingo, Distrito Nacional, Dominican Republic

jueves, 29 de octubre de 2009

Los Cabrera

No se si ciertos lideratos familiares son congénitos o adquiridos , o si los que rodean a esas personas, sin proponérselo, hacen de éstos sus referentes, sus lideres, son escogidas como matronas (en el caso que nos ocupa), como madres de generaciones que marcan toda una vida con sus acciones, son el centro familiar, a donde hay que acudir cuando se necesita o cuando hay que celebrar algo.

Todas las familias, me imagino, deben tener este tipo de guías, son personas excepcionales, trabajadoras, saben algo de medicina, visitan a todos los enfermos, son consejeras matrimoniales, conocen del té que se necesita para cada dolencia, ponen las inyecciones y las enemas, les dan sus correazos o fuetazos a los malcriados, son las que asisten cuando alguien va a parir, les llevan todos los recién nacidos y están siempre cuando les cortan el ombligo, van a todos los velorios, a todos los rezos y nueve días, y se encargan de llamar o mandarles a decir a todos los demás de esa muerte para que cumplan debidamente.

Por eso las llamo Madres de Generaciones, que en nuestra familia es sinónimo de Tía Chela, quien se nos fue un noviembre de un año cualquiera, pero que no nos dejo, porque personas como ella, que nos han marcados desde la niñez no se van de nosotros hasta que nosotros nos vamos con ellas. No importa el año, eso solo se debe contar para los que estamos camino a la muerte, que somos todos los que estamos vivos, decía el emperador Adriano en los primeros 100 años de nuestra Era: “el medico me dijo que mis días están contado, y yo le dije que lo sabía, desde que nacemos, tenemos contados nuestros días”.

Todavía recuerdo a la Tía Chela de mi infancia, resuenan el “mira muchacho”, que era el primer aviso, pero también recuerdo su sonrisa, su honestidad, sus preocupaciones, su hoja de servicio con los mas necesitados, la buena vecina, sus años como anfitriona de los Maguaneros y de otros campos donde fue para muchos La Madrina, el cuarto siempre listo para los que venían a estudiar, su firmeza, sus mimos, su comida, siempre austera, pero siempre presente, sus novelas por el canal 5 de los setenta, su pensamiento político, su rebeldía con las cosas mal hechas, su hombría de mujer, su liderazgo donde llegaba y el recuerdo que dejaba por donde pasaba.

Como Ella habrán muchas en el mundo, pero ninguna será nuestra, en la vida familiar eso solo ocurre una vez, por eso me niego a aceptar su mortalidad, a tratarla como si no estuviera, sería negarme a mi mismo, porque sin su impronta, no se como fueran nuestras vidas, entonces Tía Chela morirá el día en que todos los que fuimos influenciados por ella dejemos de existir, hasta tanto, sigue aquí, como siempre, en el lugar que se ganó, en el sitial que le corresponde por tanto empeño y tanto sacrificio, por tantas horas de preocupación que al final han resultados positivas, por eso , colgada de nuestros corazones continuara incidiendo en nuestras vidas, cuidándonos y sobre todo, atenta como siempre, para que no cometamos errores que manchen el buen nombre de lo que para Tía Chela será siempre sagrado: Los Cabrera.

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