
En La Costumbre El Show del Mediodía, hace unos días pude ver y oír un comentarista preguntarse a qué iban los soldados dominicanos a Haití, él mismo se contestaba que no iban a otra cosa que no fuera ganarse unos chelitos, que eran éstos los únicos que saldrían gananciosos.
Ese comentario me remontó a los tiempos en que La Costumbre, que cumple 42 años en el 2010 , era la referencia obligatoria para los dominicanos, donde la profundidad de sus analistas jugaba un papel de primer orden por la certeza de los planteamientos que se hacían y por el legado cultural que dejaban en cada entrega diaria.
Quizás por eso me choco tanto la simpleza del comentarista y hasta pensé en las razones por las cuales la incidencia de un programa que es patrimonio de los dominicano se ha venido reduciendo de manera tan marcada.
Una decisión como la que comentaban en La Costumbre no se puede simplificar en un problema de chelitos, insertar a los militares de un pequeño país como el nuestro en cualquier tarea internacional junto a los de otras naciones, incluyendo Estados Unidos de América, tiene una dimensión e importancia que no puede pasar inadvertida.
Históricamente una parte importante de los hermanos haitianos se han negado a reconocer a Dominicana como nación, aun en su constitución existen acápites que hablan de la isla como una e indivisible. Al aceptar la integración de los militares dominicanos en las tareas de reconstrucción como parte de la ONU, se le está echando un balde de agua fría a los que por tanto años se han negado a reconocer la hazaña de nuestros padres fundadores en febrero del 1844.
Parte de los países que están involucrados en esas tareas en Haití junto a las tropas de las Naciones Unidas, son los mismos que por muchos años nos han señalados como racistas, como los culpables de los males de nuestros vecinos y son los que patrocinan curas, malos dominicanos y haitianos frustrados, para intentar condenarnos en organismos internacionales por defender nuestra frontera, después de éste terremoto y nuestra coparticipación en la reconstrucción, no tendrán jamás argumentos paras sus alegaciones.
Y finalmente, nuestras tropas terminaran preparadas para desastres de esa naturaleza por la experiencia trabajando con militares y civiles de todo el mundo en la hermana nación. No podemos olvidarnos que no estamos excepto de catástrofes como la sufrida por nuestros vecinos, y que parte del problema en las primeras horas del terremoto se debió a que no tenían personal ni equipos para enfrentar el fenómeno.
Ese comentario me remontó a los tiempos en que La Costumbre, que cumple 42 años en el 2010 , era la referencia obligatoria para los dominicanos, donde la profundidad de sus analistas jugaba un papel de primer orden por la certeza de los planteamientos que se hacían y por el legado cultural que dejaban en cada entrega diaria.
Quizás por eso me choco tanto la simpleza del comentarista y hasta pensé en las razones por las cuales la incidencia de un programa que es patrimonio de los dominicano se ha venido reduciendo de manera tan marcada.
Una decisión como la que comentaban en La Costumbre no se puede simplificar en un problema de chelitos, insertar a los militares de un pequeño país como el nuestro en cualquier tarea internacional junto a los de otras naciones, incluyendo Estados Unidos de América, tiene una dimensión e importancia que no puede pasar inadvertida.
Históricamente una parte importante de los hermanos haitianos se han negado a reconocer a Dominicana como nación, aun en su constitución existen acápites que hablan de la isla como una e indivisible. Al aceptar la integración de los militares dominicanos en las tareas de reconstrucción como parte de la ONU, se le está echando un balde de agua fría a los que por tanto años se han negado a reconocer la hazaña de nuestros padres fundadores en febrero del 1844.
Parte de los países que están involucrados en esas tareas en Haití junto a las tropas de las Naciones Unidas, son los mismos que por muchos años nos han señalados como racistas, como los culpables de los males de nuestros vecinos y son los que patrocinan curas, malos dominicanos y haitianos frustrados, para intentar condenarnos en organismos internacionales por defender nuestra frontera, después de éste terremoto y nuestra coparticipación en la reconstrucción, no tendrán jamás argumentos paras sus alegaciones.
Y finalmente, nuestras tropas terminaran preparadas para desastres de esa naturaleza por la experiencia trabajando con militares y civiles de todo el mundo en la hermana nación. No podemos olvidarnos que no estamos excepto de catástrofes como la sufrida por nuestros vecinos, y que parte del problema en las primeras horas del terremoto se debió a que no tenían personal ni equipos para enfrentar el fenómeno.
Cuando terminen su labor regresaran preparados y con experiencia en un terreno idéntico al nuestro, y contaremos para cualquier contingencia futura, con hombres que reaccionaran con presteza para salvar muchas vidas que se pierden en las primeras horas de siniestros como el de Haití. Que buena desición.

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