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Santo Domingo, Distrito Nacional, Dominican Republic

lunes, 18 de enero de 2010

Resentimiento Generacional.







En una discusión amistosa y provechosa por demás, uno de mis amigos más apreciado aseguraba que el presidente Leonel Fernández era un hombre dichoso, que el destino le ayudaba en todo, como es lógico, es una manera de restarle méritos a Leonel. (Que es como se le dice comúnmente).


La disputa verbal se originó cuando se resaltó en la conversación la habilidad y determinación de Leonel para enfrentar la tragedia Haitiana, cuya prontitud ha dejado perplejos a no pocos dominicanos y extranjeros, pero ha turbado a los que no le quieren reconocer nada al joven que salió de Villa Juana, vivió en New York, criado por Doña Yolanda (su madre) sin ayuda de nadie, estudiante y buen profesor, peledeísta militante que escribía en Vanguardia del Pueblo, no sé porque no fue Diputado, si le quitaron o perdió la candidatura para las elecciones de 1990, pero no se inmutó y siguió adelante.

Después de esas elecciones (1990) fue miembro de la comisión peledeísta que recorrió parte del mundo denunciando el fraude de Balaguer a Bosch, en 1994 fue candidato a la Vicepresidencia acompañando a Don Juan Bosch por el Partido de la Liberación Dominicana, y para las elecciones del 1996 Don Juan emocionado, consciente del talento de éste joven le levantó la mano y dijo: "Leonel es una mina de oro para el pueblo Dominicano", y aun así, conocedores de todo esto, no le quieren reconocer sus méritos, repitiendo hasta el cansancio, ¡es el destino, es la suerte!.

En los campos del Cibao al saber le llaman dicha y decía el poeta y novelista Italiano Giovanni Papini: “El destino no reina sin la complicidad secreta del instinto y de la voluntad”.

Eso es lo que no le quieren reconocer a Leonel, su instinto y la voluntad férrea cuando cree en algo, por eso están los elevados, por eso se habla de computadoras en esta nación, por eso está el Metro y cuantas obras mas físicas, sociales y educativas. Remóntense al país del 1996 y compárenlo con el país de hoy para que vean la diferencia, un cambio abismal.El mundo esta pasando una crisis extraordinaria y los dominicanos la hemos sorteado de una manera que nos ha valido elogios de otras naciones. Y quieren asegurar que son cosas del destino, déjense de mezquindad.

Por suerte estamos gobernados por hombres cuya capacidad se ha puesto a prueba y las han superados con creces.El problema es sencillo, los que supuestamente deberían estar al mando, los que generacionalmente le tocaba la batuta, los que se prepararon y se creyeron omnipotentes, dueños de la verdad y por lo tanto, a los que deberían irse a buscar para que se sacrificaran o siguieran inmolándose por el país están dolidos con un intruso que les ha comido los caramelos.

Del resentimiento generacional no se puede culpar a Leonel, tienen que culparse ellos mismos que no crearon las expectativas suficientes para que los dominicanos se fijaran seriamente en ellos, y mucho menos pertenecían a un partido que se preparó y le ofrecía a la población un cambio verdadero y posible, y pudo simbolizar en Leonel las pretensiones de una población cansada de atrasos, de engaños y de mentiras.

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