Como dantescas podrían catalogarse las imágenes que están presentando los medios del terremoto en la hermana república de Haití, conmueven al más insensible de los humanos y desnuda una realidad que creíamos conocer, pero nos quedamos cortos, es doloroso como viven nuestros vecinos haitianos.La reacción tan expedita del gobierno y el pueblo dominicano parece explicar el asombro que nos ha producido este desastre natural y sobre todo la incapacidad del gobierno y el pueblo haitiano para enfrentar un cataclismo de tal magnitud, que ha puesto en evidencia las precariedades de nuestros vecinos y ha demostrado que no estaban equivocados aquellos que por muchos años han estado clamando a la comunidad internacional para que fueran en auxilio de Haití.
También ha servido para darles una lección a los cabilderos que han creado cizañas entre los dos pueblos y han sacado provecho atacando a los dominicano por un supuesto antihaitianismo que solo existe en los cuentos que estos mercaderes de mal gusto les hacen a los organismos internaciones para que les suministren los fondos que les sirven para mantenerse como reyes a costo de la ignorancia de los que se dejan arrastrar por su desfachatez.
Pero lo mas importante ahora es ayudar a salir de esta situación a los haitianos y para eso se necesita la intervención de todos los que puedan aportar algo que sea de utilidad para nuestros vecinos. Los lamentos debemos dejarlos para luego, es hora de acción, los dominicanos históricamente han demostrados que no se amilanan antes tragedias como ésta y que la solidaridad siempre ha sido una de las virtudes que los distinguen como pueblo.
Se apreciará como mucho o poco la ayuda de los dominicanos a Haití, pero la cantidad es lo de menos, el valor verdadero esta en la intención, no podemos compararnos con las grandes naciones que entregaran lo que les sobra, nosotros estamos entregando parte de nuestras necesidades y lo estamos haciendo de corazón, convencidos de que la buena voluntad y la solidaridad abren siempre los caminos que mitigan la desesperanza.
Jesús se detuvo a observar y vio a los ricos que echaban sus ofrendas en las alcancías del *templo.2 También vio a una viuda pobre que echaba dos moneditas de cobre. -Les aseguro —dijo— que esta viuda pobre ha echado más que todos los demás. Todos ellos dieron sus ofrendas de lo que les sobraba; pero ella, de su pobreza, echó todo lo que tenía para su sustento. (Lucas 21)
!Ayudemos a Nuestros Hermanos¡
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