
Miguel Vargas Maldonado, hoy presidente del Partido Revolucionario Dominicano, y Leonel Fernández, presidente de la Republica y del Partido de la Liberación Dominicana firmaron un acuerdo para aprobar la nueva Constitución.
Desde entonces se han escuchado muchos comentarios atacando a Vargas Maldonado, principalmente del litoral perredeísta. Se aducía que lo habían engañado, que no tenía carácter para liderar al PRD, que Leonel hacía lo que le daba la gana, que ellos, los que atacaban y querían denigrar a Miguel, sí le harían oposición contundente y firme al gobierno.
Dijeron tantas barbaridades que muchos comenzaron a dudar si ese acuerdo era fruto del convencimiento de Miguel Vargas, si estaba consciente de la trascendencia de su acción y si había medido las consecuencias políticas de estas.
La respuesta llego el 25 de enero, un día antes de la proclamación de la nueva constitución, Miguel Vargas habló al país y dijo responsablemente que el PRD la defendería desde la oposición o desde el poder ejecutivo, si lograban alcanzarlo, declaró que confiaba en la aprobación de la ley de partidos para completar el pacto firmado con Leonel. Pero no se quedo en palabras, también asistió a la proclamación en la Asamblea Nacional, escucho y aplaudió a Leonel como un simple ciudadano y como presidente del PRD.
¡Que agradable sorpresa!, una verdadera muestra de decencia, una postura que lo posiciona por encima de sus iguales en su partido y en el país.
Con esa acción Miguel Vargas Maldonado adquiere una dimensión envidiable en el liderazgo político nacional. Para Leonel y su grupo, un cambio que favorezca a Miguel no les quitaría el sueño, para la clase dominante, estarían ante un hombre confiable, responsable y lo mas importante, el país contaría con un líder concertador y desprendido, que antepone los intereses de la nación ante cualquier sentimiento personal o partidario.
En medio del ambiente caldeado que viven los dominicanos, presenciar actuaciones como las de Miguel Vargas nos llenan de orgullo y esperanza, nadie puede pensar que podría erigirse presidente en una democracia como la nuestra sobre las cenizas de su antecesor, tiene que tratar de ganar demostrando que puede mejorar lo que se ha hecho.
Parece ser el camino decidido por Miguel, si esto es así, presenciaremos una lucha política donde la decencia y las buenas costumbres derrumbaran los tradicionales e inútiles enfrentamientos, por fin se podrá votar por el mejor y no por el menos malo, por fin se podrá votar por el que convenga a la nación y no por el que nos convenga personalmente. ¡Vamos bien!.
Desde entonces se han escuchado muchos comentarios atacando a Vargas Maldonado, principalmente del litoral perredeísta. Se aducía que lo habían engañado, que no tenía carácter para liderar al PRD, que Leonel hacía lo que le daba la gana, que ellos, los que atacaban y querían denigrar a Miguel, sí le harían oposición contundente y firme al gobierno.
Dijeron tantas barbaridades que muchos comenzaron a dudar si ese acuerdo era fruto del convencimiento de Miguel Vargas, si estaba consciente de la trascendencia de su acción y si había medido las consecuencias políticas de estas.
La respuesta llego el 25 de enero, un día antes de la proclamación de la nueva constitución, Miguel Vargas habló al país y dijo responsablemente que el PRD la defendería desde la oposición o desde el poder ejecutivo, si lograban alcanzarlo, declaró que confiaba en la aprobación de la ley de partidos para completar el pacto firmado con Leonel. Pero no se quedo en palabras, también asistió a la proclamación en la Asamblea Nacional, escucho y aplaudió a Leonel como un simple ciudadano y como presidente del PRD.
¡Que agradable sorpresa!, una verdadera muestra de decencia, una postura que lo posiciona por encima de sus iguales en su partido y en el país.
Con esa acción Miguel Vargas Maldonado adquiere una dimensión envidiable en el liderazgo político nacional. Para Leonel y su grupo, un cambio que favorezca a Miguel no les quitaría el sueño, para la clase dominante, estarían ante un hombre confiable, responsable y lo mas importante, el país contaría con un líder concertador y desprendido, que antepone los intereses de la nación ante cualquier sentimiento personal o partidario.
En medio del ambiente caldeado que viven los dominicanos, presenciar actuaciones como las de Miguel Vargas nos llenan de orgullo y esperanza, nadie puede pensar que podría erigirse presidente en una democracia como la nuestra sobre las cenizas de su antecesor, tiene que tratar de ganar demostrando que puede mejorar lo que se ha hecho.
Parece ser el camino decidido por Miguel, si esto es así, presenciaremos una lucha política donde la decencia y las buenas costumbres derrumbaran los tradicionales e inútiles enfrentamientos, por fin se podrá votar por el mejor y no por el menos malo, por fin se podrá votar por el que convenga a la nación y no por el que nos convenga personalmente. ¡Vamos bien!.

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