El Jardín Botánico Nacional es un obra majestuosa, para algunos que no lo conocían la sorpresa fue grande, sus bosques y su belleza dejaron boquiabierto a no pocos de los asistentes, sobretodo a los que saben apreciar la naturaleza en su justa dimensión.
Allí se celebró la segunda versión del Abrazo Sabanetero, la concurrencia fue tremenda, aquel reencuentro, al decir de unos amigos, debería hacerse mas frecuente. El ambiente desde temprano transportaba a todo el que llegaba a nuestro pueblecito, ni siquiera el esplendoroso Jardín Botánico podía evitar que cada visitante se sintiera como si estuviera en Sabaneta.
Mientras subía el día y llegaban mas Sabaneteros y amigos, mas hermoso y placentero se ponía el ambiente, mientras el calor de un día que parecía lluvioso atacaba, las sonrisas de nuestras mujeres y el abrazo de los conocidos se hacían mas sinceros, todos nos confundíamos de corazón en uno solo.
El derroche de buena música y buena comida, ponían en evidencia la conocida fama de que somos un pueblo de buenos músicos y que el sabor de nuestro sancocho y nuestro chivo guisado, ya son parte del patrimonio cultural y culinario de nuestra provincia y del país.
La gentileza del Sabanetero quedó definitivamente consumada en las ocho horas que duramos compartiendo sin diatribas y sin politiquería, como hermanos y compueblanos, como gente que siente su pueblo y no es mezquino, que aspira que un futuro todos los dominicanos puedan tomar nuestro ejemplo de abrazarnos cada año,
Arriba Sabaneta, tú siempre has marcado la pauta y así siempre será.
Allí se celebró la segunda versión del Abrazo Sabanetero, la concurrencia fue tremenda, aquel reencuentro, al decir de unos amigos, debería hacerse mas frecuente. El ambiente desde temprano transportaba a todo el que llegaba a nuestro pueblecito, ni siquiera el esplendoroso Jardín Botánico podía evitar que cada visitante se sintiera como si estuviera en Sabaneta.
Mientras subía el día y llegaban mas Sabaneteros y amigos, mas hermoso y placentero se ponía el ambiente, mientras el calor de un día que parecía lluvioso atacaba, las sonrisas de nuestras mujeres y el abrazo de los conocidos se hacían mas sinceros, todos nos confundíamos de corazón en uno solo.
El derroche de buena música y buena comida, ponían en evidencia la conocida fama de que somos un pueblo de buenos músicos y que el sabor de nuestro sancocho y nuestro chivo guisado, ya son parte del patrimonio cultural y culinario de nuestra provincia y del país.
La gentileza del Sabanetero quedó definitivamente consumada en las ocho horas que duramos compartiendo sin diatribas y sin politiquería, como hermanos y compueblanos, como gente que siente su pueblo y no es mezquino, que aspira que un futuro todos los dominicanos puedan tomar nuestro ejemplo de abrazarnos cada año,
Arriba Sabaneta, tú siempre has marcado la pauta y así siempre será.
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