Retomemos los principios de Hostos

En la búsqueda de la verdad, de las razones que están afectando al pueblo dominicano, su forma de comportarse, la degradación de los valores que fundamentan cualquier sociedad, hemos transitado un largo trecho tratando de encontrar una respuesta a esta carrera desbocada hacia la desintegración familiar.

Recuerdo que los maestros de la escuela primaria de nuestro Santiago Rodríguez se preocupaban por enseñarnos, como propugnaba Eugenio María de Hostos, la ciencia y la razón, su empeño por la educación Moral y Cívica. Esos maestros tenían la capacidad,y sobre todo el deseo, para que sus alumnos fuésemos ciudadanos ejemplares, se nos enseñaban las materias, las clases, pero también la cortesía, a respetar y ser hombres de bien, a preocuparnos por lo problemas sociales y todo lo que tenía que ver con la defensa de los valores patrios.

Lamentablemente eso se ha venido perdiendo, la desidia de los padres y los maestros ha sembrado la sociedad de hombres y mujeres sin principios ni valores familiares, preocupados tan solo por las cosas materiales olvidándose que, si consiguen lo que materialmente persiguen destruyendo todo a su paso, no quedara lugar donde puedan placenteramente disfrutar de lo conseguido.

No saben, porque nadie se preocupa por enseñarles que su hábitat, donde vive y pernocta debe ser un lugar sagrado, respetado, nadie debe ensuciar el lugar donde duerme, y los dominicanos hemos llegado a un punto que hasta la radio, que en un tiempo servía de medio para educar, ahora la han convertidos en una cháchara indecente, donde algunos letrados, intelectuales, desparraman obscenidades y cualquier impudicia con tal de mantener un ratings radial que no perdurara en el tiempo, porque la sociedad que lo permite termina contaminándose, desintegrándose con tantas inmundicias.

Retomemos los principios de Hostos, eduquemos pensando en la ciencia y la razón para que formemos ciudadanos probos, con sensibilidad social, para que en algunos años no tengamos que presenciar tantos candidatos ignorantes, que desconocen los más elementales principios de buena costumbre.