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miércoles, 22 de septiembre de 2010

Una historia que enseña: El Árbol de los Problemas



Un carpintero que había contratado para que me ayudara a reparar una vieja granja acababa de finalizar su duro primer día de trabajo. Su cortadora eléctrica se dañó, y le hizo perder una hora de trabajo y para complicar mas el día, después su antiguo camión se negó a arrancar.

Al final se dio por vencido y dejo el viejo camión y decidí llevarlo en mi vehículo. Mientras lo llevaba a su casa, se sentó en silencio. Una vez llegamos, me invitó a conocer su familia. Mientras nos dirigíamos a la puerta, se detuvo brevemente frente a un pequeño árbol y tocó las puntas de las ramas con ambas manos, cuando se abrió la puerta, ocurrió una sorprendente transformación. Su bronceada cara estaba plena de sonrisas. Abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa. Posteriormente me acompañó hasta el coche.

No pude resistir la curiosidad, no podía quedarme sin preguntarle: ¿Por qué se había detenido cuando llegamos a tocar con sus dos manos el árbol que se encontraba en el patio?.

“Oh, ese es mi árbol de los problemas”. Contestó.

“Sé que no puedo evitar tener problemas en el trabajo, pero una cosa es segura: los problemas no pertenecen a la casa, ni a mi esposa, ni a mis hijos. Así que simplemente los cuelgo en el árbol cada noche cuando llego. Luego en la mañana los recojo otra vez.”

“Lo divertido es”, dijo sonriendo, “que cuando salgo en las mañanas a recogerlos, no hay tantos como los que recuerdo haber colgado la noche anterior”.

Enviado por Ángel Razón

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