Mi hermano Roger tiene una facilidad asombrosa para hacer amigos que me ha permitido conocer muchas personas. Es el caso de Henry el mecánico, servicial y desinteresado, enamorado y sin trabajo, quien arreglaba los carros de nuestra familia. Lo conocimos hace unos meses cuando compramos un camión para distribuir pollos frescos en
Se lo comentó a todo el mundo, expresaba con alegría que la suerte le estaba rondando y hasta terminó contagiándonos con sus expectativas, tanto, que le comentamos a nuestro socio el positivismo de Henry, lo contentos que nos sentíamos con tenerlo casi como empleado.
Un sábado llegó a casa triste porque no había podido pagar el alquiler de su casa y lo estaban sacando, ya había vivido los depósitos, y no tuve más alternativa que prestarle un dinerito, exigiéndole que me trajera el recibo del pago, a lo cual asintió sin ninguna queja.
Al domingo siguiente lo llamé insistentemente sin resultado alguno y el lunes hice lo mismo infructuosamente también, necesitaba arreglar mi vehículo y no aparecía.
El martes supimos la triste noticia que lo habían asaltado en la galería de su casita en la comunidad de Guerra, que estaba grave en el hospital Darío Contreras, intentamos verlo y no pudimos, nunca salió de cuidados intensivos, lo habían operado tres veces, no logró recuperarse y a los diez días, Henry el mecánico, murió por un golpe que le propinaron unos supuestos asaltantes para robarle el dinero de su casita, dos mil pesos-
Segaron la vida útil de un hombre joven por tan poca cosa, la criminalidad, fruto de la impunidad nos ha llevado a vivir de sorpresa en sorpresa, el día que el camión estaba listo para trabajar llegó la noticia de su muerte, no pudimos celebrar la terminación del camión. Cuantos crímenes, con qué facilidad se le quita la vida a un ser humano, hasta cuando estaremos padeciendo hechos tan bochornosos, levantémonos como sociedad y paremos entre todos esta barbarie.
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