Llegaba 
Recordar aquellos días cuando  pasábamos el tiempo mirando hacia Pueblo Arriba o en grupos en las cercanías  del monumento   esperando la  llegada de los compueblanos, de sus amistades y de sus familiares, nos llena de melancolía y fortalece nuestro espíritu. 
¡Que tiempos tan sanos y cuanto orgullo sentíamos!.
En esos reencuentros escuchábamos  las historias que nos inspiraban y nos hacían soñar en el momento que nos tocaría emprender el viaje en la búsqueda de un futuro mejor y regresar sonrientes a contar las nuestras. 
Nos enseñaron a querer nuestra tierra a la distancia. Aprendíamos de sus andanzas, conocimos de otras culturas, de los cambios que se daban en el mundo, con sus experiencias nos formaban al tiempo que nos deleitaban.
Por eso nos marcharnos físicamente y  mentalmente nos quedamos, no importa  cuan lejos estemos,  nunca  nos desconectamos de nuestros familiares y en cada chorro de agua sentimos a Yaguajal y a Guayubín, y reluce  el Marién, El Astro o  
Pero en la tarde del viernes, cuando se acerca la hora de la procesión, dejamos todo para asistir, como nos enseño el Padre Jaime, a recordar a Jesús, aquel hombre que en el año 33 se sacrifico para que pudiésemos vivir en un mundo mas justo, que enfrento el poder mas grande que existía en la tierra, y aunque pereció en su intento, aun vive y vivirá entre nosotros. 

 
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