Han pasado 51 años desde la muerte de Rafael Leonidas
Trujillo: 22 de Joaquín Balaguer, 4 de
Antonio Guzmán, 4 de Salvador Jorge
Blanco, 4 de Hipólito Mejía y 12 de Leonel Fernández, que suman 46, los restantes cinco, incluyendo los 7 meses
de Juan Bosch, no cuentan por la
incertidumbre vivida por los dominicanos inmediatamente después de la liquidación del oprobioso régimen.
A Balaguer no hay que perdonarlo, pero es entendible que un hombre de comienzo del siglo
XX no se embarcara en un programa que eliminará el analfabetismo. A Guzmán y a Hipólito tampoco podemos condenarlos porque todos
conocemos sus niveles de intelectualidad
y los sectores que representan,
Pero Jorge Blanco y, principalmente, Leonel no tienen excusas. Como tampoco tienen
excusas el Partido Revolucionario Dominicano y el de la Liberación Dominicana.
El PRD y el PLD que han gobernados por 20 años nunca intentaron un programa que buscara erradicar el analfabetismo en este país.
Parecería que no querían que al pueblo llagara la luz del conocimiento,
como dicen algunos, cosa que nos negamos
a creer, por el contrario, si hubiesen pensado así se le podía hasta aceptar. No,
no lo hicieron por falta de principios,
de identidad, por mezquinos, por faltarle claridad a la hora de gobernar.
Ahora el presidente Danilo Medina, que parece ser un hombre
identificado más con Bosch, anuncia un plan para erradicar el analfabetismo en
dos años que comenzará antes de que su
gobierno cumpla el primer mes. Como dicen que por los hechos lo conoceréis,
parece que estamos asistiendo a una
nueva forma de gobernar donde los menos favorecidos podrán contar con un
presidente dispuesto a echar el pleito junto a ellos.
Las señales de Danilo ya han comenzado a percibirse, el hombre parece
decidido a enfrentar los males y las
causas, preparémonos para apoyarlo y ayudarlo. Si en verdad los hechos y
las palabras por fin andarán por el mis sendero, habremos comenzado el camino
del desarrollo que borrara de un solo brochazo la iniquidad y la injusticia, tendremos progreso, pero para todos, como decía la
campaña de Hipólito.
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