El pasado fin de semana vimos con pena a una parte de la
clase política nacional provocar un espectáculo deprimente. Un
grupo de hombres acudió al local del Partido Revolucionario Dominicano para
impedir la reunión de su Comité Ejecutivo Nacional. No es necesario detallar los acontecimientos que le dieron
la vuelta al mundo para vergüenza de todos, ni destacar la alegría y la
satisfacción de los que aparentemente apadrinaron dicho reprochable espectáculo, no, lo penoso de todo es que al parecer contó con
la anuencia de algunos intelectuales y
dirigentes que hasta ahora eran, para los sectores mas liberales
de la nación, respetables
ciudadanos, hombres y mujeres maestros de generaciones.
Causa mucho dolor hasta escribir estas líneas, escucharlos decir
orondos !Que ya despertó el PRD!, !Que ya
esa militancia esta en las calles!, !Que no les dejaron otra salida!, en fin, justificar esas actitudes propias de bandas como las que
ellos mismos nos enseñaron a condenar. Pero mas aun, lo que causa preocupación es que nos estamos quedando
sin referentes vivos, todos los santos se nos están cayendo del altar. No se equivocó aquel que dijo: "No importa como comiences, sino como termina”.
El primer gran error del PRD e Hipólito Mejía fue reponer la reelección para el
2004 después de la eterna lucha de José Francisco Peña Gómez, y ahora
protagoniza este desatino, con o sin razón, ¿Será que se ha propuesto destruir
el partido con su vetusto comportamiento?. Usted sabe lo que es ver a todos esos emblemas del PRD dirigidos por alguien con el cual no pueden sentarse a discutir diez minutos y, por el otro lado, a un presidente del partido, que si bien tiene un comportamiento mesurado, quiere ignorar a todos esos símbolos que han construido con esfuerzo de años esa institución partidaria. Pobre partido.
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