No hay dudas que los que cuestionan la decisión del
gobierno por el caso de Bahía de las Águilas
tienen toda la razón en cuanto a la
legalidad de la misma y, ¿por qué no?, al mal ejemplo en que se incurre al
reconocer unos títulos productos de un fraude,
aunque en los tribunales todavía no se ha dilucidado el caso definitivamente.
¿Como se pueden reconocer esos títulos, y consecuentemente a sus propietarios, si la mayoría de los
dominicanos, incluyendo al propio presidente Medina y todos los funcionarios
que aprobaron la solución que se le ha
dado al conflicto, están conscientes que fueron adquiridos de manera dolosa?
Entre los argumentos que se esgrimen para justificar esta decisión es que hasta que un
tribunal no se pronuncie definitivamente los tirulos son valederos, no importa
la forma como fueron adquiridos, el hecho cierto es que son títulos reales y
solo la justicia puede anularlos y resolver esa litis de la manera que según los que protestan, sería la correcta.
Para cuando llegue una decisión como esa no habrá nadie en Pedernales, los que necesitan que esa zona despegue no pueden esperar, ni tampoco los potenciales inversionistas. Había que resolver y Medina se ha inclinado por el mal menor: reconocer a los dueños de los títulos dándole un 45% de las ventas de esos terrenos.
El presidente Danilo Medina esta apostando al futuro con esa
decisión. Se la esta jugando todas, pero nadie se ha atrevido a mencionar
corrupción ni malos manejos, y eso demuestra que se tiene confianza a el y en
su equipo, que bien podrían estar equivocados, pero tratando de
resolver un problema de antaño.
Es una medida trascendental,
valiente, que demuestra que contamos con un presidente con determinación, que sabe
lo que tiene entre sus manos. La responsabilidad de asumir las consecuencias,
principalmente mediáticas. debe marcar un hito fundamental en la manera de gobernar éste país. Cuando en el
futuro veamos los resultados de esta
medida será cuando comprenderemos la
verdadera dimensión de la misma.
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