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Santo Domingo, Distrito Nacional, Dominican Republic

sábado, 16 de marzo de 2013

Más anécdotas de Anthony de Mello


« ¿Cuánto tiempo me llevará resolver mi problema?»
«Ni un minuto más de lo que tardes en comprenderlo», dijo el Maestro.
- o -
He aquí un cuento que el Maestro contó a un filósofo que quiso saber por qué la
inteligencia podía ser un obstáculo para alcanzar la Iluminación:
Érase un avión en el que iban sólo tres pasajeros: un famoso científico, un boy scout y un obispo. El avión sufrió una avería, y el piloto anunció que él se largaba, pero que
únicamente había tres paracaídas, y uno era para él: los tres pasajeros deberían decidir
quién de ellos debía quedarse.
Dijo entonces el científico: «Puesto que yo soy un hombre necesario para el país,
supongo que uno de los paracaídas ha de ser para mí». Dicho lo cual, agarró uno y saltó
afuera.
El obispo miró al boy scout y le dijo:
«Hijo mío, yo ya he vivido mucho, por lo que creo que lo más lógico es que el paracaídas restante sea para ti. No me importa morir».
«No será necesario, señor obispo», dijo el boy scout. «Todavía quedan dos paracaídas,
porque ese tipo ha saltado con mi mochila».
Y añadió el Maestro: «De ordinario, la inteligencia no da cabida al conocimiento».
- o -
Los visitantes quedaban siempre impresionados por la calma con que el Maestro se
comportaba.
«Sencillamente», decía él, «no tengo tiempo para tener prisa».
- o -
« ¿No vas a deseamos una feliz Navidad?»
El Maestro echó un vistazo al calendario, vio que era jueves y dijo: «Prefiero desearos un feliz jueves».
Aquello ofendió a los cristianos que había en el monasterio, hasta que el Maestro se
explicó: «Son millones los que van a disfrutar, no el día de hoy, sino la Navidad; por eso su gozo es efímero. Pero, para aquellos que han aprendido a disfrutar el hoy, todos los días son Navidad».
- o -
Un día, el Maestro dio una conferencia sobre El peligro de la religión, en la que, entre
otras cosas, afirmó que las personas religiosas emplean con demasiada facilidad a Dios
para encubrir su propia pequeñez y egoísmo.
Aquello provocó una enérgica réplica por parte de un centenar de dirigentes religiosos,
que escribieron sendos artículos, con los que hicieron un libro, para refutar las palabras
del Maestro.
Cuando éste vio el libro, se sonrió y dijo: «Si lo que he dicho no es cierto, habría bastado con un solo artículo»
- o -
Después de pronunciar un encendido discurso en un mitin político, un discípulo le
preguntó al Maestro qué le había parecido.
«Si lo que has dicho era verdad», le dijo el Maestro, « ¿qué necesidad tenías de gritar
tanto?»
Más tarde diría a los discípulos:
«Le hace más daño a la Verdad el ardor de sus defensores que los ataques de sus
enemigos».
- o -
El Maestro deploraba los males que acarreaba la competitividad.
« ¿Acaso el competir no hace aflorar lo mejor que hay en nosotros?», le preguntaron.
«Todo lo contrario: hace aflorar o peor, porque te enseña a odiar».
« ¿Odiar. . . qué?»
«Odiarte a ti mismo, por permitir que tu actividad venga determinada por tu competidor,
no por tus propias necesidades y limitaciones; y odiar a los demás, porque lo que buscas
es triunfar a su costa».
« ¡Pero eso suena a una especie de réquiem por el cambio y el progreso!», protestó
alguien.
«El único progreso que hay», dijo el Maestro, «es el progreso del amor, y el único
cambio digno de producirse es el cambio del corazón».
- o -

A un comerciante que había conseguido huir de la penuria y ganar mucho dinero, le dijo
el Maestro:
«Érase una vez un hombre que tenía miedo de sus huellas. De modo que, en lugar de
caminar, se puso a correr, con lo que únicamente consiguió aumentar el número de sus
huellas. Lo que tendría que haber hecho era detenerse».
- o -

« ¡Mi sufrimiento es insoportable!», dijo alguien.
Y le replicó el Maestro: «El momento presente nunca es insoportable. Lo que te hace
desesperar es lo que piensas que va a suceder en los próximos cinco minutos o en los
próximos cinco días. ¡Deja de vivir en el futuro!».
- o -
« ¿Cuál es la causa del mal?»
«La ignorancia», dijo el Maestro.
« ¿Y cómo puede disiparse?»
«No a base de esfuerzo, sino de luz; no a base de acción, sino de entendimiento».
Más tarde añadiría el Maestro:
«La señal de la Iluminación es la paz. Dejarás de huir cuando comprendas que
únicamente te persiguen las fantasías que tus sueños han creado».

1 comentario:

  1. Lo que nos causa dolor y sufrimiento es la falta de amor.
    Todos hablamos de amor pero nadie lo practicamos...

    Te doy amor... Hermano, hermana...

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