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Santo Domingo, Distrito Nacional, Dominican Republic

lunes, 10 de agosto de 2009

Que Buena Oportunidad Presidente


Los reformistas que cohabitan en el gobierno están presentando un feo espectáculo al país, por lo menos los que no se han adheridos a la formula institucional, con unas posiciones evidentemente marcadas por el interés de ganarse el favor del Presidente Leonel Fernández, Este conflicto les da al mandatario una nueva oportunidad para empezar a saldar un compromiso no escrito que tiene el PLD y la generación que representa Fernández de limpiar una vez por todas al gobierno, a la política y al país de ciertas lacras que deambulan orondos aprovechándose de situaciones que les han permitidos posicionarse, por su viveza y no por su cualidades morales y profesionales, en estamentos de poder que deberían estar reservados para quienes tengan una hoja de servicios en donde el respeto, la dignidad y la honradez no brillen por su ausencia.


Un día hay que empezar, no se puede vivir en esta podredumbre por tanto tiempo. El presidente y la sociedad tienen que sacudirse y mandarle un mensaje a las nuevas generaciones de que los valores morales y familiares no sucumbirán, no se han perdidos definitivamente. Hay que detener esta hemorragia moral, este contubernio que amenaza el futuro de la patria, que ha
corrompido casi en su totalidad la sociedad dominicana, que nos puede llevar al abismo, que nos esta dejando sin referentes validos en nombre del pragmatismo.


Aún aquellos que tienen una formación familiar fuerte, unos preceptos morales que no se doblegan ante todas las desviaciones que esta sufriendo la sociedad dominicana,
que les explican constantemente a sus hijos los valores y los principios que hacen que en una sociedad prevalezcan las oportunidades para desarrollarse sanamente y les enseñan a respetar las buenas costumbres en un ambiente tan hostil como el que se esta viviendo en nuestro país, se han convertidos penosamente en escépticos ante tanta tolerancia, tanta complicidad, tanta dejadez, tanta desidia, tanta vagabundería, tanta desfachatez,y tantos personajes faltos de integridad para enfrentar este flagelo que esta carcomiendo los cimientos de esta nación.


En su primer libro clásico Confucio dice:


Es preciso conocer el fin hacia el que debemos dirigir nuestras acciones. En cuanto conozcamos la esencia de todas las cosas, habremos alcanzado el estado de perfección que nos habíamos propuesto.


Desde el hombre más noble al más humilde, todos tienen el deber de mejorar y corregir su propio ser. ¿No sería más eficaz lograr que fueran innecesarios los juicios?, ¿No resultaría más provechoso dirigir nuestros esfuerzos a la eliminación de las inclinaciones perversas de los hombres? Para conseguir que nuestras intenciones sean rectas y sinceras debemos actuar de acuerdo con nuestras inclinaciones naturales.


Cuando el alma se haya agitada por la cólera, carece de esta fortaleza; cuando el alma se halla cohibida por el temor, carece de esta fortaleza; cuando el alma se halla embriagada por el placer, no puede mantenerse fuerte; cuando el alma se halla abrumada por el dolor, tampoco puede alcanzar esta fortaleza. Cuando nuestro espíritu se haya turbado por cualquier motivo, miramos y no vemos, escuchamos y no oímos, comemos y no saboreamos. Raras veces los hombres reconocen los defectos de aquellos a quienes aman, y no acostumbran tampoco a valorar las virtudes de aquellos a quienes odian.


Luego continúa Confucio:


Lo que desapruebes de tus superiores, no lo prácticas con tus subordinados, ni lo que desapruebes de tus subordinados debes practicarlo con tus superiores. Lo que desapruebes de quienes te han precedido no lo practiques con los que te siguen, y lo que desapruebes de quienes te siguen no lo hagas a los que están delante de ti.


No dar importancia a lo principal, es decir, al cultivo de la inteligencia y del carácter, y buscar sólo lo accesorio, es decir, las riquezas, sólo puede dar lugar a la perversión de los sentimientos del pueblo, el cual también valorara únicamente las riquezas y se entregará sin freno al robo y al saqueo.


Si el príncipe utiliza las rentas públicas para aumentar su riqueza personal, el pueblo imitará este ejemplo y dará rienda suelta a sus más perversas inclinaciones; si, por el contrario, el príncipe utiliza las rentas públicas para el bien del pueblo, éste se le mostrará sumiso y se mantendrá en orden.


Si el príncipe o los magistrados promulgan leyes o decretos injustos, el pueblo no los cumplirá y se opondrá a su ejecución por medios violentos y también injustos. Quienes adquieran riquezas por medios violentos e injustos del mismo modo las perderán por medios violentos e injustos.


Sólo hay un medio de acrecentar las rentas públicas de un reino: que sean muchos los que produzcan y pocos los que disipen, que se trabaje mucho y que se gaste con moderación. Si todo el pueblo obra así, las ganancias serán siempre suficientes.

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