
Antes de cenar éste 31 de diciembre del 2009, me llegaron muchas ideas, inquietudes, todas importantes, pero hay una que creo merece ser compartida con los amigos del blog. 
Quizás una de las fallas que cometimos el año que esta finalizando fue olvidarnos de las pequeñas cosas que pueden hacer felices a los demás, preferentemente en el círculo familiar.
Por ejemplo, no invitar a cualquiera de los mas cercanos a compartir una comida, cena o a participar en nuestro hogar de un momento familiar, que le permita, en el caso de que no tenga familia con quien hacerlo, sentirse parte de la nuestra, brindarle la oportunidad de abandonar por un momento el aislamiento, esto no puede significar ningún sacrificio para nosotros .
Ustedes que tienen familia, se han puesto en lugar de los que no tienen e imaginarse como se sentirían si para la cena de fin de año no les llega ninguna invitación, y por lo tanto tendrían que pasársela solos, sabiendo que tienen un hermano, una hermana o cualquier familiar o amigo cercano, y sin embargo, la soledad es la que tiene que esperar la llegada del nuevo año con ustedes.
¿Puede una cena en esas condiciones ser placentera, agradable, digerible para quien no tiene la cortesía de hacer esa invitación?, creo que de ninguna manera, estos momentos son para compartir, para perdonar, y si no somos capaces de llevar felicidad a nuestros familiares cercanos teniendo las posiblidades, por mas que intentemos, no podremos ser felices.
Recordemos que uno de los objetivos de esta época es la integración familiar, que solos, sin importar la fortuna, nadie puede vivir. Pero no actuemos como si aquellos que necesitan nuestra compañía estén mendigando, la humildad debe ser una actitud de pleno convencimiento y hay que hacer sentir a los amigos y familiares su importancia, que su presencia en una cena de fin de año o cualquier otro día, es una manera de honrar aquel hombre que marcó el inicio de nuestra era junto a los apóstoles en aquella legendaria última cena.
Por ejemplo, no invitar a cualquiera de los mas cercanos a compartir una comida, cena o a participar en nuestro hogar de un momento familiar, que le permita, en el caso de que no tenga familia con quien hacerlo, sentirse parte de la nuestra, brindarle la oportunidad de abandonar por un momento el aislamiento, esto no puede significar ningún sacrificio para nosotros .
Ustedes que tienen familia, se han puesto en lugar de los que no tienen e imaginarse como se sentirían si para la cena de fin de año no les llega ninguna invitación, y por lo tanto tendrían que pasársela solos, sabiendo que tienen un hermano, una hermana o cualquier familiar o amigo cercano, y sin embargo, la soledad es la que tiene que esperar la llegada del nuevo año con ustedes.
¿Puede una cena en esas condiciones ser placentera, agradable, digerible para quien no tiene la cortesía de hacer esa invitación?, creo que de ninguna manera, estos momentos son para compartir, para perdonar, y si no somos capaces de llevar felicidad a nuestros familiares cercanos teniendo las posiblidades, por mas que intentemos, no podremos ser felices.
Recordemos que uno de los objetivos de esta época es la integración familiar, que solos, sin importar la fortuna, nadie puede vivir. Pero no actuemos como si aquellos que necesitan nuestra compañía estén mendigando, la humildad debe ser una actitud de pleno convencimiento y hay que hacer sentir a los amigos y familiares su importancia, que su presencia en una cena de fin de año o cualquier otro día, es una manera de honrar aquel hombre que marcó el inicio de nuestra era junto a los apóstoles en aquella legendaria última cena.

 
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