
Cuentan que un gobernador, cuyos subordinados estaban muy descontentos y el sabía que no estaban satisfechos, pero no entendía el porqué, decidió visitar un gran sabio que vivía en una cueva de las montañas cercanas a su pueblo para pedirle ayuda.
Emprendió el viaje junto a su séquito, cuando llegó le contó el problema y el sabio le indicó de inmediato que le acompañara.
Emprendió el viaje junto a su séquito, cuando llegó le contó el problema y el sabio le indicó de inmediato que le acompañara.
Primero lo llevo a un río y le dijo: “¿Ves hijo mío cómo debes gobernar”? Pero el gobernador le respondió que no entendía, luego el sabio comenzó a juntar troncos para armar un fuego.
Prendió un fuego inmenso y se sentó a meditar. Luego de unas horas, cuando ya solo quedaban algunas brazas, le preguntó: “¿Ves hijo mío como no debes gobernar?”. El gobernador perdió la paciencia y le solicitó que le explicara con palabras lo que le quería decir.
El sabio con mucha dulzura, como se le habla a un pequeño joven, le dijo:
“Has visto el fuego, que poder tenía y el calor tan fuerte que desplegaba. Escuchaste los fuertes ruidos que hacía, pero en pocas horas consumió todo lo que había a su alrededor e inclusive se consumió a si mismo. ¿Te diste cuenta de que el fuego nos amenazaba con sus llamas y quería que lo miráramos con adulación? No debes gobernar como el fuego”.
"En cambio, también observaste el río, como caminaba silencioso por un largo recorrido, como era humilde, como surcaba todos los obstáculos que tenía al frente y avanzaba firme hacia su visión de fundirse con el mar. Pero lo mas importante, como daba vida y bienestar a miles de personas que tocaba con su bendición en su camino".
Prendió un fuego inmenso y se sentó a meditar. Luego de unas horas, cuando ya solo quedaban algunas brazas, le preguntó: “¿Ves hijo mío como no debes gobernar?”. El gobernador perdió la paciencia y le solicitó que le explicara con palabras lo que le quería decir.
El sabio con mucha dulzura, como se le habla a un pequeño joven, le dijo:
“Has visto el fuego, que poder tenía y el calor tan fuerte que desplegaba. Escuchaste los fuertes ruidos que hacía, pero en pocas horas consumió todo lo que había a su alrededor e inclusive se consumió a si mismo. ¿Te diste cuenta de que el fuego nos amenazaba con sus llamas y quería que lo miráramos con adulación? No debes gobernar como el fuego”.
"En cambio, también observaste el río, como caminaba silencioso por un largo recorrido, como era humilde, como surcaba todos los obstáculos que tenía al frente y avanzaba firme hacia su visión de fundirse con el mar. Pero lo mas importante, como daba vida y bienestar a miles de personas que tocaba con su bendición en su camino".
"Hijo mío, debes dejar de gobernar como el fuego y pasar a gobernar como el río: sirviendo y entregando con mucha humildad". 

 
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