Las primeras señales de caudillismo que se conocen se remontan, fruto del vacío dejado por los colonizadores, a los años posteriores a la Restauración de la Republica Dominicana en 1863 y todavía hoy, 150 años después, persisten en la sociedad. Parece que estamos formados para ser gobernados por hombres y no por instituciones, ese ha sido el origen de los principales problemas, nuestros deseos y nuestros miedos nos llevan a endiosar a los líderes aunque ellos no se lo propongan, estamos diseñados para seguir personas no principios.
Si se toma la molestia de escrutar en los principales medios escritos, oír o ver en la radio y la televisión o buscar en la Internet, sin importar banderías políticas, se encontrara que todos los analistas y ciudadanos que hacen opinión publica enfocan la situación desde una visión caudillista, les he imposible discernir porque están programados para ver la realidad desde esa perspectiva.
Por eso hemos padecidos de dictaduras y reelecciones por tanto tiempo, no es que la reelección sea mala per se, en otras sociedades la reelección es parte esencial del juego democrático y no produce los traumas por los que pasa nuestra sociedad con los intentos de perpetuarse.
No importa que quienes gobiernen, como es el caso de Leonel Fernández, tengan o no intensiones caudillistas, nos empeñamos en mostrarlos como tal. Presentamos el caso de Leonel y el Partido de la Liberación Dominicano por ser éstos los que están gobernando y porque muchos han olvidado que el PLD es un partido que tiene un Comité Político que funciona y un grupo de hombres y mujeres que han creado una estructura tan fuerte que probablemente impidió una nueva reelección de Fernández, y aun así los analistas y politólogos no reconocen que detrás de todas las Cortes, de la Liga Municipal, de un posible triunfo de Danilo Medina, etc., etc., está el PLD con Leonel a la cabeza, actuando como institución, el PLD, que sobrevivirá a Leonel como los hizo sin traumas a un hombre de la talla de Juan Bosch.
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