Corregir  las deficiencias de nuestro sistema educativo, aun con los avances de los últimos años, tomará mucho tiempo. Con el cuatro por ciento  esperamos dar un salto importante para terminar con las precariedades de nuestras escuelas, liceos y universidades e insertarnos en un desarrollo sostenido con la educación como soporte primario.
Pero mientras nuestros hermanos haitianos no logren despegar, mientras representen una  carga ineludible para nuestra nación, será difícil solucionar los problemas que nos aquejan, sin importar el esfuerzo que hagamos.
Entonces qué hacer? Les damos pescados o los enseñamos  a pescar?
Con esa reflexión se debe  analizar la construcción del centro universitario  en el vecino país por parte del Gobierno Dominicano.  Los  haitianos tienen necesidades,  cualquier inversión, sin importar  las prioridades, es importante.  
Tenemos la percepción errada de que los haitianos solamente  son los  que  vienen a buscarse la comida,    nos hemos   olvidamos de los jóvenes estudiantes, de la clase media haitiana, de su intelectualidad, del segmento de esa sociedad llamado a sacar   esa nación del subdesarrollo.
A  ellos está dirigida esta universidad, a los que siempre nos han visto  con recelos, a los  que tenemos que darles confianza  si queremos romper las tensiones y la apatía  que nos ha dividido. 
El gobierno dominicano envía  una señal reconociendo el potencial  intelectual de una  sociedad que está  representada en los principales centros educativos y culturales del mundo, a los que residen en Haití y  a la importante diáspora haitiana. 

 
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