La recta final de la campaña electoral está desesperando a los políticos dominicanos. Se la están jugando todas, usando trapisondas envueltas en verdades y mentiras, una actitud que puede traer consecuencias impredecibles a una población fanatizada y en su gran mayoría ignorante, que azuzada por “comunicadores” (de ambos lados), terminara exhausta y dividida el próximo 20 de mayo.
El interés particular ha borrado completamente la objetividad de los que están llamados a orientar. Es imposible encontrar un periodista independiente que informe con imparcialidad, o en el mejor de los casos, que sea creíble ante los sectores en pugna y pueda servir de árbitro en un momento determinado, situación muy peligrosa para los fines de estabilidad y tranquilidad de la nación.
Buscando endurecer sus votos se han olvidados que la verdad brotará, que es cuestión de tiempo, que ganen o pierdan, los mentirosos quedaran al desnudo ante los electores que descubrirán quienes les han cogidos de pend...s.¨
Para los que saben que ésta es su última oportunidad no importa, pero los que quieren hacer carrera política se inhabilitaran por el resto de su vida sino recapacitan, sino despiertan del sueño o pesadilla en la que han caídos dejándose arrastrar por fanatismos o sentimientos de animadversión al carecer de credibilidad, principalmente, ante una juventud informada como la que felizmente florece en toda la geografía nacional.
Estos viejos políticos siempre han jugado al olvido, olvidándose, ( perdonando el pleonasmo), que son nuevos tiempos, que estamos en la era del conocimiento y gracias a la informática es imposible mentir sin ser descubierto. Que pueden intentar destruir reputaciones o hacerse graciosos por momentos, pero finalmente terminaran en el zafacón de la historia por el daño que le están haciendo a la política, “la más bella de las ciencias después de la Filosofía”, como dijo Juan Pablo Duarte:
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